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Sí. Yo también opino que era una especie de aparición. |
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Búscala, que está ahí. Mu. |
A veces nos
complicamos mucho la vida. A veces las cosas están mucho más cerca de lo que
creemos.
A veces hay
que hacer caso a los que te lo recuerdan, leñe.
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El otoño sólo amagó su partida. |
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Este puente pronto parece que pertenecerá a una ruta oficial de senderismo de los pazos de Amoeiro. Se recorrió por primera vez este verano, pero aún no está señalizada. |
Estaba muy
indecisa el anterior Séptimo, querido lector que devoras estas entradas,
arqueólogo del tiempo libre, escultor de los pequeños instantes de asueto. No
sabía qué traeros, dónde buscar, a qué acogerme. Mi compañera habitual del
ritual del fin de semana me insistió en recuperar una antigua ruta que hice
muchas veces con ella y con mi otro compañero de senderos. Y la verdad es que
al final siempre tiene razón. La muy condenada.
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Rojos, verdes, pardos, azules. |
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El camino te indica. |
En el
concello de Amoeiro está una aldea llamada O Seixo, desde la que iniciamos la
ruta. Como podéis adivinar, es mi pueblo. Se encuentra en una de las zonas más
bonitas de los alrededores si sabéis caminarlos. Dado que no son senderos
oficiales, no tienen las marcas típicas para los caminantes, así que hoy os
haré una oferta que no podréis rechazar: si os gusta, si la emoción os ha
embargado, si queréis fotografiar esos mismos bosques y cruzar los mismos
puentes, este es vuestro blog. Pedídmelo y yo haré de cicerone para vosotros
cuando los Séptimos recuperen su nombre. Y yo nunca bromeo con las cosas del
senderismo, que son sagradas, casi a la altura de los Viernes.
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Gotas de agua que fueron helada. |
Este fue un
Séptimo cerrado hasta la tarde, pero esas cosas tienen su encanto en estas
fechas. La suerte decidió que también quería venirse de viaje con nosotros, con
lo que el sol empezó a asomar en cuanto llegamos a nuestro punto de partida. Por
eso pude asistir al espectáculo de los jirones de niebla, de las gotas de la
helada sobre la hierba, que deshacían delante de mi objetivo, de un atardecer
velado con colores de un otoño que se resiste a marchar. Caminos con anécdotas
infantiles, pueblos con arte sacro en los portalones y columnas que albergan
Atlas con formas de mujer, suave piedra, gris granito.
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Muestras de arte compostelano. |
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Mujeres con fuerza de titanes. |
Mientras el
cielo se incendia a nuestras espaldas y la noche va cayendo de puntillas, me
congelo en el instante, el sonido de mi cámara se me antoja orgánico y un burro
amigable intenta mordisquear mi rodilla. Tal vez él también vio la belleza de
lo efímero.
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¡Hola! |
Al mismo
tiempo, unos caballos corren salvajes en una finca inmensa pero nunca
suficiente para sus latidos. Piafan, se enfadan, se muestran orgullosos, poderosos.
Temibles a la vista, al oído, nunca soñar el tacto. El atardecer, de repente,
roto. El fuego no ha sido suficiente para restañar la herida y ahora se derrama
la sangre en el horizonte. Una llamada de mis compañeros me recuerda que lo
eterno pasa en un segundo.
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Proceso de secado del maíz. ¡Hórreos vigentes! |
Qué queréis
que os diga. Yo me quedo con mi burro, que como yo, tranquilo, me mira con una
aguda expresión que parece decirme… “bueno, habrá que irse recogiendo”. Le hago
caso, y más que satisfecha con mi día, me despido de otro Séptimo memorable.
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Niebla que me absorbe, que me lleva, que me regocija. |
Por cierto,
el resto del día me lo pasé corriendo de un lado para otro. Recados, misiones
secretas (ejem), tomar algo con una buena amiga que estaba de paso, aquí y
allá. ¡Hala! Un jersey nuevo. Para demostrar que en un día se pueden hacer
tantas cosas como en una semana entera. Y no te olvides, querido lector: busca fecha
para la excursión.
¡Hasta el
Séptimo que viene!
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Atardeceres así. No le he hecho nada. |
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