jueves, 25 de octubre de 2012

Piedra y Camino: el pan y el pulpo de nuestra región.

Efectivamente. Soy astígmata. Linchadme.
No todos los Séptimos son vespertinos…
También existen mañanas.
Jugando entre carballos.
Decidida a aprovechar mi madrugón electoral, me saqué de la manga una visita diferente para la mañana del domingo. He ido a cubrir un reportaje para vosotros al monasterio de Oseira: http://www.arteguias.com/monasterio/oseira.htm
¡Bienvenidos!
Parece raro. Lo sé. Pero todo tiene sus razones… En mi casa, como en muchas otras casas, y seguramente también en la vuestra, los domingos se come diferente. Todo el mundo está de vacaciones (¡sí, incluso nosotros!), así que todo el mundo se sienta a la mesa a la vez. Y eso es motivo de celebración. Este domingo tocó degustar uno de los mejores manjares que se pueden probar por estas tierras. Y lo que más me gusta es la paradoja en la que te sumerges al analizarlo. Hemos ido a comprar pulpo a las pulpeiras de O Carbaliño.
Ay... el pan...
Cuando queráis discutimos el porqué de esta iniciativa tan costera en un sitio tan de interior. Que sepáis que tiene relación con los monjes y es una historia muy larga (mentira) en la que tendría que intervenir otro ponente que vive bajo mi mismo techo (o más bien, al revés, esto es cierto), con lo que voy a pasarla por alto. Os conmino a ampliar vuestros conocimientos acerca de estos interesantes cefalópodos. El caso es que ya de paso, se aprovecha el viaje: pan de Cea del horno habitual (ya mis abuelos lo compraban en ese, pero cada cual tiene uno predilecto) y visita al fantástico monumento situado en uno de los enclaves más ricos paisajísticamente de nuestra comarca.
Las flechas señalan el Camino...
... por si acaso nos perdemos.
La piedra habla y los caminos escuchan. El de Santiago pasa por aquí, acogiendo al visitante en un enclave donde, qué queréis que os diga, yo me dejaba llevar. La mañana había amanecido invernal, pero a medida que la niebla se disipaba, y el sol se dejaba ver y querer, los campos de flores moradas crecían en interés. Para mí, para mi objetivo, para las abejas. Resultado: mis acompañantes se desesperaban a ratos. Menos mal que los Séptimos lo son para todo el mundo y no se lleva mucha prisa.
Morado sobre verde, mi corazón de castañuelas, tralará tralarito.
Pasead por el pueblo. Si bajáis a un área recreativa atravesada por un pequeño río, muy cuidada, veréis un precioso palco de música a la antigua usanza, y un cruceiro que completa la monumentalidad de la villa. Y sobre todo…
Reflejos, reflexiones (¿llegaremos para comer?).
Un maravilloso cartel con el que se nos hizo la boca agua, con cuatro rutas de senderismo que nos han obligado a tirar de calendario: próximamente las investigaremos para vosotros y por supuesto, podréis recrearos con unos cuantos Séptimos muy interesantes. Llegan las nieves, señores. No es por ponerme mainstream, pero Winter Is Coming.
En definitiva. Pulpo. Pan de Cea. Reportaje fotográfico. Sol matutino. Frío invernal.
Si me conocéis, sabéis que soy muy feliz…
No lo conseguí. Saqué 100 instantáneas de macros a estas flores, y no lo conseguí. La Naturaleza es así, te deja llevarte lo que quiere (así me gusta). La flor de delante es el típico tío que se cuela en los reportajes de fiestas de los telediarios saludando a toda su familia.
Y diréis, pero ¿y la tarde? ¿Has abandonado tus actividades de reportera dominical quedándote en casa? Por favor, no me acuséis en vano. Tuve que ir a hacer una actividad poco interesante para el blog, pero con repercusiones en un futuro Séptimo: fui a limpiar. Piedra, madera, lareira, algo de hollín y un pájaro muerto (hay gente a la que esto le recordará a cierto gato momificado en la leñera… Sin cadáver no es lo mismo, hay que darle al público lo que pide).
¿Curiosidad? Bueno, eso fue lo que mató al gato… *TA DUM TSSS*
Balcones de flores, torres de piedra al fondo.
Este ha sido un gran Séptimo. Cada uno es incluso mejor que el anterior, lo cual nos lleva a concluir que vamos por el buen camino. Estoy segura de que vosotros estáis también en esa senda de la normalidad y la cordura (y si es locura, pues la sana. Para todos los gustos). No lo dudéis, esta es vuestra casa. ¡Cuando entréis, cerrad la puerta, que se escapa el calor! (El gato no. Ya habíamos quedado en que estaba muerto. JAJAJAJAJAJA linchamiento generalizado etc.)
¡Hasta el Séptimo que viene!

Cielos que me enamoran, que me hipnotizan, que me embelesan, que me retrasan con gusto.











jueves, 18 de octubre de 2012

Nos vamos de exploración: Ruta dos Arrieiros

Todas las indicaciones con distancias. Perfecto para caminantes apurados.
Los Séptimos son días fantásticos, pero tienen una limitación. Duran 24 horas, como un domingo ordinario. Esto hace que las rutas de senderismo asequibles cerca de la ciudad se vayan agotando. Por eso ha llegado la hora de investigar nuevas opciones.
La gravilla del camino es más oscura que la natural, de forma que perderse es imposible incluso para mí.
Lo maravilloso que tenemos en Galicia (al igual que en muchas otras comunidades) es que en los últimos años se le ha dado un gran impulso a esta actividad, y cada vez son más los Concellos que deciden reabrir caminos ya olvidados. Mis compañeros habituales de caminatas propusieron una, y allá nos fuimos, con chubasqueros, paraguas, botas y todas las ganas. Y claro, yendo así… nunca defrauda.
Y después de la lluvia...
A ruta dos Arrieiros, no Carballiño, es una de esas magníficas posibilidades para casi cualquier época y disponibilidad http://www.magrama.gob.es/es/desarrollo-rural/temas/caminos-naturales/caminos-naturales/sector-noroeste/dos-arrieiros/dos_arrieiros.aspx  Lo más curioso de la ruta es que, al transcurrir alrededor del río Barón, se pueden hacer varios circuitos de diversas longitudes, con visitas a lo largo del trayecto más que interesantes (iglesias, pueblos abandonados, miradores). Y lo mejor del asunto es que todo viene indicado con carteles que nos informan de las distancias que hay hasta esos puntos, de modo que el caminante podrá decidir en función del tiempo y de las ganas hasta dónde llegar en su incursión.
Llega la calma. ¡Bonitas rocas!
Nuestra tarde comenzó en la villa de O Carballiño, donde, ingenua de mí, pretendía encontrar abierta la oficina de turismo. Pues no. Cierra los domingos. Porque total, si alguien viene de visita, lo hará en horario laboral, como la gente decente, ¿no? Pero a pesar de los contratiempos, yo no me quería quedar sin referencias para buscar la ruta, de  forma que hicimos parada técnica en el edificio del Concello, donde la policía sí trabajaba (es que si no…). Nos informaron de lo bien cerrada que estaba la oficina de turismo, y de a dónde ir para comenzar el camino. Yo sabía que ninguna incursión en un edificio público caería en saco roto.
En el pueblo abandonado de Sona aún hay viñedos que decoran el otoño.
 Nos indicaron el lugar  que también indicaba la mayoría de páginas de la red, y tras varios intentos fallidos y socialización con las vecinas de la zona de por medio (quien quiere GPS si se pueden hacer amiguitos) lo logramos. Desde O Carballiño, y tomando la antigua carretera de Ribadavia (y en ese sentido), encontraréis a mano derecha una indicación hacia el pueblo de Barón/Varón (los carteles dudan) y el comienzo de la ruta. Si buscáis información acerca de esta veréis que cada quien da una longitud distinta: eso es debido a la peculiaridad que os he mencionado, en el que las opciones y las distancias son múltiples. Nosotros hicimos un recorrido acorde con los días cada vez más cortos (teniendo en cuenta además de que costó encontrar el sitio), en total, unos 9 km.
Encuentros en la tercera fase. La pregunta es ¿legal o ilegal?
Dejamos el coche en el pueblo. Técnicamente el camino comienza 1km antes, en Fonteantiga, pero no investigamos hacia ese lado, y decidimos empezar desde donde estábamos…
La lluvia caía fina, el frío se empezaba a calar hondo hasta que las cuestas consiguieron encender la circulación. Observaréis que en esta ocasión las indicaciones que encontraréis no son las universales del senderismo (marcas blancas y amarillas), sino los propios carteles explicativos de la ruta y los carteles indicadores. Además, el camino a seguir está marcado por una gravilla diferente, más oscura, que os puede ayudar a resolver dudas puntuales.
De esta forma llegamos al ramal de la Fraga, que dejamos a nuestra izquierda para ir hacia el pueblo abandonado de Sona, que en su momento fue importante núcleo de población.
Pilas de agua para los caballos de los arrieiros.
Y allí nos encontramos con Julio.
Julio es un vecino de la zona al que le encanta caminar y que se conoce el terreno como nadie. Buen conversador y amabilísimo compañero de ruta, pudimos compartir con él varios quilómetros, porque decidió ir en nuestra dirección. Lo cual fue todo un lujo, porque nos dio las claves del camino y nos amenizó una tarde coincidiendo con la salida del sol que decidió dejarse ver para caminar un rato con nosotros. Y es que encontrarse a una persona de estas características en aquel pueblo de casas derruidas, antiguas pilas para caballos que simplemente eran demasiado pesadas para que las llevasen, donde ni siquiera estábamos del todo seguros de a dónde conduciría nuestra tarde, te da la magia que tanto se necesita. Ahora esa ruta es mucho mejor. Y ¡qué leches! Cuando vayáis, acordaos de mis palabras. Si veis a un señor mayor, pero de sonrisa franca y buen paso, preguntadle el nombre. Y si eso, caminad juntos y luego invitadlo a un café. Será lo menos.
Julio nos explicó que mucha gente comienza la ruta desde otro punto, llamado Mesego, donde hay un área recreativa con mucho sitio para aparcar. Desde ese punto se puede visitar una iglesia y hacer el tramo que no completamos nosotros, que decidimos tomar el ramal de Covelo para que no se nos echase el tiempo encima. Por otro lado, desde Sona podéis tomar diferentes ramales para ampliar la ruta, muy bonitos, y que espero llegar a relataros en este blog. También nos contó que la gente de Sona se trasladó al pueblo que hay al otro lado de la general (de hecho, pasáis al lado de ella en uno de los tramos), porque se había abierto una fábrica de madera. Y es que hay que ir a donde haya trabajo (esto me va sonando).
Caminos que nos conducían al profundo del bosque...
Nuestros caminos se separaron poco después de pasado el ramal de Penedo, donde nos despedimos de Julio. El tramo que quedaba nos había avisado de que estaba más complicado, porque estaban a la espera de poder limpiarlo. Y es que cuando en los ayuntamientos no hay dinero, estas son las cosas que primero lo notan. Pero a pesar de eso, el camino está bastante practicable y sin pérdida, porque se mantienen las señalizaciones.
Carteles explicativos de la ruta. ¡Si es que no hay dudas!
Y así, entre bosques, descubriendo setas y devorando las castañas que habíamos asado a mediodía, se pasó la tarde. Aplauso, ovación, y la ola hacia un lado y de regreso para una de las rutas más bonitas que he visto. Animaos todos, y no lo olvidéis: contádnoslo.
Gran casa abandonada.
De momento, yo os dejo las fotos que atestiguan una pequeña fracción de la belleza de la zona.
Momentos mágicos.
Setas en familia... La de atrás era un poco díscola.
Como podéis ver, este ha sido un Séptimo más que especial. Siempre es maravilloso hacer nuevos amigos, como Julio, o practicar nuevas rutas para poder compartir con vosotros. Mientras, un austríaco subía en globo a la estratosfera. Unos por arriba, otros más en la tierra, pero todos descubrimos cosas nuevas. He de decir que no vi el salto: lo escuché por la radio de regreso a Ourense. ¡Teníamos una ruta que cumplir! Para que luego la gente diga que la vida no tiene sus emociones…
¡Hasta el Séptimo que viene!



Cuando sale el sol tibio de octubre...
...y el cielo pinta con nubes el otoño.












miércoles, 10 de octubre de 2012

Domingos con dudas: pues entonces, al pueblo.

Un gran recurso para los domingos vagos es el pueblo. Si mi querido lector pertenece a la población con uno, o incluso dos (oh, privilegio), aprovéchalos. Y si eres de los urbanitas sin fortuna rural, aprópiate de uno. Porque te salvan más de un Séptimo, os lo digo yo.
El cielo es más abierto, la piedra más parlanchina. La luz guía a la entrada de mi casita... (tralará, tralará)
Después de la maratoniana semana en la que tuvimos dos días de academia (un viernes sagrado allí metidos. UN VIERNES SAGRADO), el sueño el cansancio y la modorra se apoderaban de mí. Pero jamás hubo un domingo en que no hiciese nada, eso sí que no. Así que por la mañana taller de costura cosplayer (ya nos vamos familiarizando con los términos) después de andar en pijama largo rato dando vueltas por la casa (es decir, sin hacer nada). Para los no cosplayers, la lectura de esto es similar: es que me dio por limpiar una estantería, es que me puse a leer ese libro en el que no avanzo, es que me tiré toda la mañana jugando a la PS3. Vamos, que para gustos, colores. Pero lo importante: actividad relajada para tomar contacto con la ociosidad.
Y por la tarde, tras una lucha sin cuartel contra el vestido que estoy haciendo, y tras una casi derrota que se convirtió en victoria cuando encontré la clave del asunto (ajajá, ni pueñetera idea de qué hablo, ¿eh? Yo tampoco), cogí el coche y subí al pueblo en buena compañía.
Lo mejor del otoño es que con unas temperaturas dignas del veranillo de San Miguel, en manga corta y chaqueta para “por si acaso”, se puede disfrutar de un paseo por el campo sin alergias, bichos vampíricos ni quemaduras solares. Vamos, el tiempo perfecto para mí.
Foto arriesgada, mientras un nido de abejas zumbaba enfrente. Me siento como un reportero de guerra.
Pertrechadas con chalecos reflectantes (es fundamental, porque las horas de luz son escasas y las carreteras, solitarias) y armadas con linternas para después, salimos a hacer una de nuestras cómodas y conocidas rutas de senderismo.
Y olían... ¡Cómo olían!
Todos las conocéis. Son similares pero únicas. Van cambiando los nombres, van cambiando las épocas. Bosques frondosos que dejan que el viento hable desde las copas. Riachuelos que agotados del verano, empiezan a respirar con las primeras lluvias. Vecinos que caminan y te ponen al día. Las primeras setas y tu vecina sentada en un prado mientras las cabritillas, blancas ellas, retozan y pastan alegremente. Bucolismo en estado puro.
Y nada. Que me reenamoro de mi pueblo.
Flores amarillas, para la niña, para el señor, para la abuela...
Unas flores amarillas asoman, novedosas, en la pared lateral. Los limones han brotado y ella me los enseña, orgullosa. Abrimos las ventanas, encendemos luces, hay vida terrestre dentro de la casa. Ups, me he dejado el coche abierto. Menos mal que no hay nada que llevar… ni quien lo lleve…
Este ha sido un gran Séptimo, pero estoy segura que el vuestro no se ha quedado atrás. Es más, seguro que tenéis muchas cosas especiales que contarnos. No lo dudéis: este es vuestro sitio.
¡Hasta el Séptimo que viene!


Y de regalo al final del día... Amigas que te ofrecen los productos de sus propias aldeas. Adivinad qué he estado cocinando ayer por la tarde...




miércoles, 3 de octubre de 2012

Senderismo Dominical: Paicordeiro-Penamá-San Salvador y vuelta a empezar.

Preparados, listos...
 Hacía mucho tiempo que quería hacer esta actualización. Domingo de principios de otoño, sol tibio, cansancio físico y sobre todo mental. Requería una cura y para eso hay que merecerla. No importan las horas de sueño: total, 11 km arriba o abajo…
¡Motivación, querido lector!
Árboles que nos llaman...
Seguid el camino de las flechas rojas-blancas-amarillas...
Cerca de Allariz (os remito a la actualización de agosto en la que hice la reseña correspondiente) hay una ruta de senderismo llena de encantos: Paicordeiro. http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=217765
Perro-Porco de piedra mira al horizonte.
Dejando el coche en el comienzo de la ruta, podremos disfrutar de un recorrido circular en el que atravesaremos frondosos bosques autóctonos, además de perdernos con deliciosa intencionalidad por enclaves de ensueño. Las flores moradas nos anuncian que septiembre va tocando a su fin y los tonos tostados y dorados de la época empiezan a aflorar a los lados de una cómoda pista de tierra recientemente acondicionada para el disfrute del paseante. La ruta no reviste gran dificultad. La primera mitad es puramente ascendente hasta abandonar el  bosque y llegar así al pueblecillo de Penamá.
Octubre.
Las tardes se hacen cortas entre risas, sudores para alcanzar a mis acompañantes después de sacar fotos a diestro y siniestro, y la calma del sonido del viento entre las hojas y los pajarillos, que qué leñe, suenan mejor cuando se tiene tiempo para escuchar.
Recomiendo tomarse con calma el resto del camino, ahora descenso, porque nos encontraremos con varias sorpresas que debemos tener cuidado de no perdernos. Si estáis motivados, inspeccionad las llamadas “tumbas do castelo”, unas formaciones graníticas de las que no pude averiguar exactamente el significado. La ruta, aunque está perfectamente señalada para el caminante, carece de las indicaciones o los puntos de información que tienen otras, en las que procuran dar datos acerca de la fauna, la flora, o puntos interesantes como este. Ya lo sabéis: os lanzo un guante para que vayáis por vuestra cuenta y que investiguéis. ¡El blog está siempre abierto para toda colaboración, queridos septimeros!
Fonte do Over.
Nuevos amigos.
Antes de llegar al pueblo de San Salvador no dejéis de visitar la fuente de Over. Ahora bien, nada de prótesis de caderas ni síndromes de Meniére: sendero estrecho, un poco de escalada (sin grandes riesgos, tranquilidad en las masas encefálicas) para llegar a la merecida recompensa: agua fresca que sabe a gloria (no os digo más). Si veis una hoja con una piedra al lado, usadla de caño. Mi compañero y artífice del invento tiene alma de ingeniero o de superviviente en una isla desierta, como prefiráis.
Después continuad con el sinuoso camino que os llevará hasta San Salvador. Hay que destacar la escuela para personas con deficiencias mentales, en la que trabajan con animales (en este caso, preciosos burros, que además son muy sociables… y grandes modelos) con grandes resultados.
El sol se iba poniendo y a mí me hipnotizaban el cielo y sus nubes. El día iba tocando a su fin.
Camino escrito en piedra.
Colores de otoño.
Y barrí todo el cansancio de mi cuerpo, como sabiamente auguraba.
Madera.
¡Recovecos de la vida!
Ha sido un gran día, y quería compartirlo con todos vosotros. Pero estoy segura que tenéis muchas historias que contar. Ya lo sabéis, aquí sois bienvenidos: pasad, sentaos y contadnos. Hasta podríamos ir juntos a buscar las historias, que siempre se escriben mejor acompañados (guiño).
¡Hasta el Séptimo que viene!


Desde San Salvador, qué calma...